miércoles, 23 de febrero de 2011

Espejos

Espejos que tragan una realidad que no pueden evitar. Se emborrachan de la imagen de una muñeca llena de imperfecciones. Se drogan con pasarelas improvisadas. Una sobredosis de muecas, gritos, miradas atrevidas y besos al aire.
Pobre espejo que no puede cerrar los ojos. Espejo que se empacha con una cara deformada y una uñas en búsqueda del punto de una frase interminable.
Maldito espejo que escupe la curva indeseada de la cadera. Maldito espejo del ascensor que te enseña la cara de patética que llevas.
Espejos, testigos de la vida. Espejos, memorias de la vida.

martes, 22 de febrero de 2011

Palabras


Yo te regalo palabras.
Palabras que escapan del vallar de mi dientes. A veces son fugitivas que me traicionan y llegan y acarician tus oídos. Son sonidos que reconoces, como un "te quiero" que hace palpitar el corazón.
Yo te regalo algo profundo pero sencillo.
Lo inmaterial más sentido, lo etéreo que vibra en tu alma.
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Yo te doy mis ojos para ser testigo del más mínimo cambio en tu cuerpo.
Yo te doy mi nariz para oler tu aroma en cada segundo.
Yo te doy mi boca para que desgastes mis labios.
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Yo te regalo palabras de amor para que las grabes en tu memoria.
Perlas de cariño;
flores de sentimiento;
bombones de respeto;
un detalle de admiración.
Porque lo material perece ante el tiempo pero las palabras se graban; como las flores marchitan un "te quiero" cicatriza.

martes, 15 de febrero de 2011

Pamplona-Bilbao

Imagen tomada de Internet:
www.soyperuano.net/2007_08_01_archive.html


Un bus lleno de gente desconocida que tienen algo en común, todos vamos a Bilbao.
Mi asiento: 22, pasillo. Como no tenía música, ni tampoco la inspiración me visitaba para escribir decidí dedicarme a observar a la gente, pero sin entrar lo acosador, raro, maleducado u horripilante.
A mi lado, un hombre joven, con nariz prominente como yo, se pasó tres cuartas partes del viaje hablando por el teléfono. En un momento de la conversación dijo que él prefería estar en pasillo porque en la ventana se agobiaba demasiado, y justo en aquel momento, llámenlo destino o casualidad, la conexión se colgó.
Yo siempre he querido entablar conversación con la gente que se sienta a mi lado en los buses, creo que es interesante conocer la historia de los demás y sobre todo hacer el viaje más ameno. En mi cabeza iba ordenando las palabras que iba a vocalizar con voz amable y sonrisa añadida. Entonces recordé la última vez que intenté hablar con alguien en un bus. La semana pasada en concreto, autobús: Pamplona-Madrid. A mi lado una señora de unos 50 años con múltiples collares de oro en el cuello, sus brazos aferrados al bolso y piernas cruzadas. Yo lo intenté pero ella no parecía muy dispuesta, y no pasamos de la típica conversación sobre el tiempo.
Justo en el momento en el que le iba a hablar aquel chico, mis dientes se apretaron, mi boca se cerró y mi sonrisa se fugó. Pobre, se quedó durante todo el viaje en el asiento de la ventana.
Al otro lado del pasillo, una línea por delante, una señora mayor tenía el típico problema: el bolso. No cabía arriba porque ha puesto el abrigo y además era demasiado gordo, tampoco lo podía poner abajo porque estaban sus piernas. Después de una pequeña lucha por conseguir que el apoya-brazos se mantuviese en su sitio, la mujer colocó el bolso colgando por las asas. Pero se cayó. Lo volvió a poner. Se volvió a caer. Lo dejó tal cual. No pasó ni un minuto,cogió el bolso y lo puso sobre sus piernas. Le molestaba. Lo dejó en el suelo. Y esta disputa con el bolso duró, y no exagero, unos quince minutos, hasta que desistió y lo dejó tirado en medio del pasillo.



Cuando agoté lo que había de interesante en mi área visual, comencé a divagar sobre mis experiencias yendo en bus y saqué algunas ideas que me gustaría compartir.



1ºSi la persona que tienes delante se gira y te mira probablemente sea por las siguientes razones:
a) quiere inclinar su asiento pero antes de hacerlo comprobará si duermes porque así no te enteras. Pero si sigues despierta posiblemente no lo haga o lo haga muy despacio para que no percibas que tu espacio vital se reduce considerablemente.
b)No te conoce, pero le recuerdas a alguien y quiere cerciorarse.
c)Simplemente se aburre y, como yo, se dedica a crear historias sorprendentes a partir de la primera impresión de los que le rodean.



2ºCuando intento dormir apoyando la cabeza directamente sobre el cristal de la ventana, ésta tiembla y crea un picor insoportable en mis orejas. Raro, lo sé.



3ºNormalmente a los conductores agradecen un “gracias” al final del viaje, sobre todo si este es largo. Esto lo digo porque en un viaje de Zaragoza a Madrid me tocó en la primera fila de asientos y oía la conversación entre el conductor y su ayudante.



4ºNo ganas ni un segundo si te levantas el primero para coger tus cosas. Todo el mundo hace lo mismo y lo único que se consigue es un tapón, una situación incómoda en la que en un mínimo movimiento del bus hace que pierdas el equilibrio y te apoyes sobre un extraño.



5ºAntes de meter la maleta, hay que estar seguros que ese es tu bus, porque si no lo es, cuando quieras recuperarla se pensarán que están intentando robar el equipaje de alguien.
Buen viaje a todos.

sábado, 5 de febrero de 2011

En un tren

Estación de tren de Agra. Pronto por la mañana. Gente corre para coger un tren azul parado en la vía 1. Se agolpan en las entradas para entrar cuando ya está lleno por dentro. Sorprendentemente no se queda ninguno fuera.

Desde la ventana de aquel tren un hombre mira hacia la cámara. Sus ojos que antaño eran de un azul intenso hoy su color se funde con el gris y la vejez. Sonríe con la mirada. Un bigote canoso bien recortado sobre sus labios. Su cara está limitada por los dos barrotes de la ventana.
La luz se posa sobre su piel oscura que brilla por el sudor. Hace calor aquí fuera y aún más dentro de un tren abarrotado de gente. Gente en los pasillo,s gente en las salidas sin puerta donde se agarran unos a otros. Gente entre vagón y vagón. Gente encima del tren.
Yo quiero subir a ese tren. Pedir un té Chai y algo de comer. Quiero pasar calor hombro con hombro con gente desconocida. Mirar por la ventana y estirar el cuello para alcanzar la corriente de aire. Contacto visual con la persona que se siente delante, una sonriza fugaz al aire, una sonrisa intensa por dentro. Yo quiero quiero ir en ese tren.

Pero mi tren llegará después de este. Mi tren tiene aire acondicionado, zumo envasado, ventanas con cristal y turistas.

viernes, 4 de febrero de 2011

18:34, 4 de febrero, Madrid

Al ritmo que se desvanece la luz del sol, las farolas son más intensas. En una calle, en un banco, en frente del portal 137. Gente que sube y baja y pisan todos las mismas baldosas del suelo. Pegotes de chicles y colillas. Los gritos de un niño "¡Mamá, vuelve!" mientras corre hacia ella. Verde, peatones que rozan sus brazos con desconocidos en los pasos de cebra.

Un anciano anda despacio con un bastón desgastado. El mismo niño que lloraba está ahora aferrado a la pierna de su madre. Una conversación fugaz sobre el servicio comunitario. "¡Llámame escéptico!". Un corredor cosmopolita a la caza del taxi. Un perro que ve tan apetitosa la farola como el árbol pero que finalmente se decanta por la papelera.

Una pareja pintoresca, callados los dos. Unos ancianos, ella se queja, él se evade. Un matrimonio discutiendo.

Se abre la puerta del portal, una joven sale, tacones y bolso pequeño, maquillaje nada discreto y un peinado de que se podría discutir su elegancia.

Una paloma despistada que confunde un filtro de cigarrillo con comida. Un beso apasionado al borde de la acera. Un "eres tonto" pasteloso.Un idioma extranjero en voz alta se escapa de los dientes grandes y blancos. La difícil carga de bolsa de rebajas. Argentina leyendo un pasaje de un libro de bolsillo.

Ya es de noche.

Y una vagabunda en un banco. Obervando. Escribiendo en su libreta negra.